Carta para ti, aunque no la leas.

Hoy no escribo para reclamarte, ni para hacerte entender nada. 
Escribo porque necesito dejar salir todo esto que todavía me habita, aunque me repita que ya debo soltar.

Te extraño. En lo cotidiano, en lo que nadie ve. En los gestos pequeños, en las risas que se nos escapaban sin esfuerzos. Me duele aceptar que esta distancia es real, aunque mi corazón se niegue a rendirse del todo. 

No dejo de pensar en todo lo que compartimos: cuando me presentaste con tu familia y con quienes te conocen de verdad. No fue un gesto superficial, lo sé. Fue tu forma de decirme que era importante, que confiabas en mí. Y eso, aún hoy, me sostiene. Porque por más confusión, por más silencio, sé que hubo amor.

Me cuesta entender porque todo se volvió tan difícil, por qué nos llenamos de dudas, de vacíos, de muros. Me cuestiono si fue correcto alejarme, pero cuando veo ciertas actitudes, me duele ver que tal vez ya no había espacio para mí como antes. Me duele que no hablaras de frente. Me duele, simplemente. 

Y aún así, te recuerdo con cariño. 
Con una mezcla de amor, nostalgia y tristeza. Porque fui yo quien decidió irse... pero no porque no te quisiera, sino porque también me elegí a mí. 

Solo quería decirte esto: lo que vivimos me marcó. Me transformó. 
Gracias por eso. Gracias, incluso si no volvemos a cruzar caminos. Pero sí un día quieres hablar (de verdad), con el alma, yo estaré en paz con eso. Y si no, también. 

Porque aprendí a vivir con lo que duele... sin dejar de reconocer lo que valió la pena. 

Con todo lo que fui contigo.
Giss. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Redención para ti, alma intensa, corazón valiente y espíritu libre.

Carta para sanar a mamá