Carmesí en comunidad.

Nada fue planeado, pero el universo movió la ficha exacta que nos hizo coincidir. Entre más de 400 personas, 10 fuimos los exiliados; aunque yo diría que, en realidad, fuimos los afortunados. No fue José Madero lo que nos unió realmente. Lo que nos trajo aquí fue algo más profundo: la búsqueda de conexión verdadera. En rostros y vidas que antes eran desconocidas, hallamos amistad, comprensión y una red silenciosa de apoyo. No sabemos aún los detalles triviales de los otros —ni su color favorito—, pero sí hemos aprendido a ser vulnerables, a abrir nuestro corazón y a permitir que el alma sane, junta y despacio. Bien dicen que la vida te pone en el lugar indicado con las personas correctas. Definitivamente no somos el club de la reina veneno asociación, lo que sí está claro es que ya tenemos una unión.