Entradas

Mostrando entradas de junio, 2025

Tú también lo sentiste, ¿verdad?

Hay frases que no se escriben para  alguien, pero alguien las lee y  se queda callado porque duelen  igual.  No me hablaste.  No dijiste nada.  Solo tocaste la herida con el corazón.  Como si me dijeras, en silencio, "yo también".  Yo también sé lo que es escribirle  a alguien que no vuelve.  Yo también he sentido ese vacío  donde antes había respuesta.  Yo también he dejado pedazos  míos en palabras que quizá nunca  fueron leídas.  O peor aún: fueron leídas... y no  bastaron. No compartimos una historia,  pero compartimos el lenguaje del  duelo. Del amor que no se concretó.  Del silencio lleno de preguntas.  Y tal vez por eso, nos leemos.  No porque haya un "nosotros",  sino porque hay un "yo también".  Y eso... eso es compañía.  Silenciosa.  Real.  Profunda. 

Querido papá:

Imagen
Hoy es el Día del Padre y quiero aprovechar esta fecha para decirte algo que tal vez no digo muy seguido, pero que siento con el corazón: te amo mucho y me siento profundamente orgullosa de ti. No siempre ha sido fácil expresarnos, y tú siempre has sido más reservado, más de actos que de palabras. Pero en esos actos encontré mucho amor: en las veces que me ayudaste con mis maquetas, en los paseos en carro con música (aunque no siempre estuviéramos de acuerdo en qué escuchar, jaja), en las vacaciones en la playa donde me estresaba porque te metías muy profundo al mar, o en ese concierto donde terminamos empapados por la lluvia, pero felices. Recuerdo cuando me llevabas paletas de reloj y de arcoiris, cómo te emocionabas con los coches, tus gorras, tus cangureras... y ahora, lo guapísimo que te ves con tu uniforme de chef. Me encanta compartir un café contigo cuando te visito y ver lo mucho que has cambiado con los años. Antes eras más enojón (ese "cara dura" inolvidable), pero...

Enferma, pero conmigo.

 Hola, pequeña. Te vi. En medio del sueño, ahí estabas. Pequeña, suave, frágil... blanca y negra como las cosas que no siempre son claras en mi vida, pero que aún así merecen ser vistas con ternura. No te movías mucho. Estabas ahí, acostadita, como si hubieras  aprendido a esperar en silencio.  Como si entendieras que a veces me olvido. Pero tú no te fuiste. Sé que estabas enferma. Y eso me  dolió. Me dolío verte retorcerte un poco, sin hacer ruido, sin reclamar nada. Me dolió darme cuenta de que,  aunque te tengo, a veces te olvido.  Como si la costumbre de no cuidar, o de no cuidarme, hubiera apagado el  reflejo de mirar hacia abajo del todo, donde estás tú, acostada sobre ese tapetito. Pero hoy te recuerdo. Y en este espacio, quiero decirte gracias. Gracias por no irte, por esperarme. Por seguir respirando, aunque sea lento. Por mostrarme que hay algo en mí que no ha muerto del todo, aunque esté cansado. Algo que  solo necesita que me detenga y...

Queridas versiones de mí.

Hoy quiero tomarme un momento para agradecerles. A cada una. A todas las que fui, incluso a las que a veces preferiría olvidar. A las que tuvieron miedo, a las que amaron con el alma abierta, a las que callaron cuando debieron hablar, y a las que gritaron su verdad aunque temblaron por dentro. Gracias a la versión de mí que se esforzó por encajar, porque me mostró qué no soy y cuánto valgo por ser auténtica. Gracias a la que se rompió, porque en cada pedazo encontré semillas de fuerza que luego florecieron. Gracias a la que dudó, porque esa incertidumbre me llevó a hacerme preguntas necesarias. Gracias a la que perdonó, incluso cuando no recibió disculpas. Gracias a la que se sostuvo cuando todo se tambaleaba.  Agradezco a la que amó, intensamente, sin medida, aunque no siempre fue correspondida. A la que aprendió a poner límites, y también a la que los cruzó para entender su importancia. A la que fue madre, hija, amiga, compañera, y también a la que se sintió sola, porque en esa s...

Nota para sostenerme después de verlo..

Hoy lo vi. Sin planearlo, sin buscarlo.  Y aunque su rostro serio fue  una piedra en el pecho, yo no me rompí.  Sentí que no tenía fuerza para  sostener ese encuentro.  Y en vez de quedarme paralizada o  fingir algo que no sentía,  me subí al bus.  No para huir... sino para elegirme.  Porque no todas las despedidas  son con palabras. Algunas son silencios que me cuidan. Miradas que decido no sostener.  Caminos que elijo no cruzar. Su expresión no me define. Mi reacción sí, decidí protegerme. Y eso...  eso es una forma de amor propio  tan silenciosa, como valiente.   ❤